viernes, 31 de marzo de 2017

La familia proyecto del Eterno



Dios, al crear al hombre y a la mujer pensó llevar a cabo un proyecto eterno; el Señor creó el universo, creó los cielos y la tierra, y su plan fue hacer una familia para vivir Él en familia, pero decide ser el Padre de esa familia. Dios toma el lugar de Padre, por eso es que la Biblia nos enseña que debemos orar así: “Padre nuestro que estás en los cielos…” Un padre tiene hijos, por lo que en los planes del Señor está el engendrar hijos con su mismo ADN y también engendra hijos en nosotros con su naturaleza para que tengamos una familia grande en la eternidad. El proyecto de Dios es grande y eterno, y comienza en la Tierra con un hombre y una mujer y la unión entre ellos. ¡Cuánta bendición puede ofrecer al mundo un matrimonio!

No hay meramente una existencia natural y una sobrenatural sino que de la existencia natural, Dios toma hijos para la existencia eterna. No es que hay dos proyectos: uno carnal y otro espiritual, hay un solo proyecto eterno por lo que Dios trae al mundo hombres y mujeres y forma matrimonios, con éstos forma familias y con las familias forma sociedades. No puede existir una sociedad sin familia y la sociedad no es mejor que las familias que tenemos, sino que es la suma de las familias, por lo que si hay desastre en éstas, si hay violencia e infidelidad entonces hay desastre, violencia e infidelidad en la sociedad ya que la sociedad está formada por familias y éstas están formadas por matrimonios.

PASTORA MARTA: DEBERES DE LAS ESPOSAS 

Los que nos hemos casado, no trajimos un librito y nadie nos enseñó nada respecto al matrimonio; fuimos aprendiendo sobre la marcha, lo mismo cuando fuimos padres. Pero qué importante es que en la palabra de Dios siempre contamos con un consejo. Creo que todo matrimonio que esté viviendo un tiempo difícil puede buscar en la palabra de Dios, porque el Señor se encargó de dejarnos esos consejos para que nos vaya bien en nuestra familia. Lo único que puede sostener un matrimonio es el amor, y Dios es amor. Si tú no tienes amor es porque no tienes a Dios y sólo el Señor puede derramar de su amor sobre tu vida para que puedas amar como Él ama, y para que puedas ver como Él ve.

Leemos en 1ª de Corintios 13: 4: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece…” Donde dice amor puedes poner tu nombre; digamos que: Marta es sufrida, es benigna; Marta no tiene envidia, no es jactanciosa y no se envanece. Sigue diciendo 1ª Corintios 13: “…no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. ¡El amor es el único que puede derretir las durezas del corazón! Una joven me dijo: “Pastora, cada vez que me encuentro con alguien que me hace algo, comienzo a cantarle: Te voy a amar, te voy amar, ¡y la bronca se me va!” Roces tenemos todos los días y el matrimonio no está exento de esto, ya que tenemos diferente forma de pensar; los esposos y las esposas somos diferentes porque Dios nos ha dado roles y dones distintos pero si hay amor, todo lo áspero se suaviza. Es importante entonces contar con esta clave que es el amor; el amarnos mutuamente. Que vamos a sufrir, sí, que es bueno el amor, sí, que no guarda rencor, no tiene envidia, no se goza cuando al otro le va mal también. Cuando no tenemos amor nos gozamos cuando al otro le va mal y decimos cosas como: “¡Yo te lo dije!” Entonces nos señalamos unos a otros y nos criticamos.

El apóstol Pablo dice en el libro de Efesios 5:21: “Someteos unos a otros en el temor de Dios”. Los esposos debemos someternos en el temor de Dios y hacer las cosas como al Señor le agrada. Efesios 5:22 al 24 dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”. El estar sujetas es una decisión que debemos tomar y no es algo que tiene que provocarte opresión, tristeza o angustia; es importante estar sujetas a nuestros esposos que son cabeza del hogar, orar por ellos y bendecirlos porque ellos también llevan las cargas del hogar entre otras cosas y en lugar de ponernos mal por esto, debemos alegrarnos y orar por ellos. Mujer, la sujeción es una bendición para nuestras vidas porque el que lleva la carga es nuestro esposo ya que tiene que trabajar para sustentar a su familia aunque hay algunos que no trabajan y son vagos dejándole toda la carga a sus esposas, pero es importante estar sujetas a nuestros maridos y orar por ellos. Yo he tenido que poner en práctica esto de orar por mi esposo siempre, ya que él como líder tiene una visión y ve el cuadro completo; yo desde mi posición veo un poquito, cuando por ejemplo dice que vamos a comprar un terreno y ahí vamos a construir tal cosa, yo pienso: “¡Ah, Dios mío! ¿De dónde vamos a sacar el dinero para tanto y cómo lo vamos a hacer?” Y eso no es nada porque viene con otros proyectos como el hogar de niños en Haití por ejemplo, entonces yo convoco a las hermanas de la iglesia a orar. Hay cosas que a veces nosotras no vemos pero si Dios se las demanda a nuestros esposos, las esposas estamos para apoyarlos, para orar por ellos y bendecirlos.

PASTORA MARTA: DEBERES DE LOS ESPOSOS

Acabamos de compartir tres versículos que hablan a las mujeres, para que amen a sus esposos y sean sumisas pero más adelante hay siete versículos que les habla a los hombres ya que éstos tienen una responsabilidad mayor: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Aquí la Biblia hace una comparación entre la esposa y la iglesia y manda a los maridos a amar a sus esposas así como Cristo ama a la iglesia, o sea que el amor del Señor es un amor sacrificial. ¡Debes hacer un sacrificio varón! ¡Te va a costar lágrimas amar a tu esposa! “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama”. Así como cuidas tu cuerpo cuando te alimentas y lo proteges cuando te abrigas porque te amas, así también tienes que amar a tu esposa, cuidarla y protegerla. “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia”. Varón, tienes que ser semejante a Cristo y buscar en el Señor, ser una bendición para tu esposa así como Cristo lo es para la iglesia. Yo no me lo imagino a Jesús criticándome, ni denigrándome, diciéndome que soy una burra, que no sirvo para nada. ¿Crees que el Señor trata así a su amada? ¡No! ¿Por qué ustedes maridos tratan mal a sus esposas? Sean semejantes a Cristo y como Él ama a la iglesia amen a sus esposas. “…porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”. (Efesios 5: 30 al 33) El esposo debe amar a su esposa y ésta debe respetarlo.

PASTORA MARTA: MÁS PARA LAS ESPOSAS 

No sólo encontramos estos consejos en esta porción bíblica sino que también el apóstol Pedro reitera conceptos de esta clase. Leemos en 1ª de Pedro 3: 1: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa”.  Recuerdo una mujer que por mucho tiempo vio a su esposo llegar a su casa de madrugada y encontraba pintura labial en sus camisas, pero ella las lavaba, oraba y bendecía a su esposo día tras día. La mujer me decía que ayunaba y oraba por él porque quería que se convirtiera y fuera tocado por el amor de Dios. Ella batallaba por su esposo, y aunque él llegaba a la madrugada, lo esperaba con la cena pronta; a veces él comía pero otros días llegaba directo a acostarse. Hasta que un día se dio cuenta la clase de esposa que tenía, cómo lo soportaba aún con todo lo que él le hacía y sucedió que este hombre se convirtió a Cristo. ¿Por qué? Porque hubo una esposa que sin palabras y sin reproches, con amor, paciencia, oración y ayuno se ganó el corazón de ese varón y toda su admiración, ya que éste se dio cuenta lo valiosa que era su esposa, que a pesar de todo lo que le hizo nunca lo dejó de amar y le tuvo paciencia.

“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza”. Sara es un ejemplo para nosotras. Recuerdo cuando tuve que salir de mi tierra natal San Juan para ir a vivir a Buenos Aires y de allí a Montevideo, Uruguay; en ese tiempo me acordaba de Sara. Dios le ordenó a Abraham que se fuera de su casa y de su parentela a una tierra que Él le mostraría; Abraham fue a donde Sara y le dijo que tenían que irse, así que comenzaron a juntar todas sus pertenencias y así andaban de un lado para otro, mas ella lo obedecía y lo llamaba “señor”. Hay cosas que las esposas no comprenden, cuando Dios llama al esposo y le da una visión pero no entienden que deben ser obedientes. Muchos matrimonios se disuelven porque cada uno quiere ir hacia lados opuestos y falta sujeción y comunión entre los cónyuges; es necesario estar unidos y orar pidiéndole a Dios ser guiados. Nosotras somos hijas de Abraham también si hacemos el bien, sin temer ninguna amenaza. Cuando una esposa está sujeta a su esposo es libre de temores y de amenazas.

PASTORA MARTA: MÁS PARA LOS ESPOSOS 

Pero continúa diciendo 1ª de Pedro 3:7: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. Los hombres tienen que pedirle sabiduría a Dios para poder entender a sus esposas, porque somos bastante complicadas. A veces estamos con cara larga y ellos preguntan: “¿Mi amor, te pasa algo?” “¡No me pasa nada!” Aunque somos complicadas, somos también vasos frágiles y muchas veces me ha tocado atender mujeres destruidas, golpeadas, deprimidas, con ganas de morir. Una mujer me dijo: “Pastora, siete años he aguantado a mi esposo alcohólico; él me ha destratado y golpeado pero durante esos siete años he orado por él y hace unos días asistió a la iglesia. Está hecho una seda, totalmente cambiado, ya no se alcoholiza y no me golpea”. ¡Siete años aguantando los maltratos de su esposo y orando por él! ¡Debes tener paciencia mujer! La bendición para ese matrimonio llegó. Nosotras las mujeres también tenemos herencia de parte de nuestro Dios; somos coherederas de su reino. Hay hombres que destratan a las mujeres y las injurian diciéndoles cosas como: “No servís para nada. No sos nadie”. ¿Crees que Dios trata así a alguna persona? ¡De ninguna manera! El Señor nos trata con amor. Él ve lo precioso que surgirá de ese diamante en bruto y piensa en la obra maravillosa que hará en cada una de las vidas. ¿Quiénes somos nosotros para destratar a alguien o arruinarle la vida con palabras hirientes o con maltrato físico? ¡Qué importante es que podamos ver lo que Dios ve! Así como señala el apóstol Pedro, para que tus oraciones a Dios no tengan estorbo, debes tratar a tu esposa como a vaso más frágil porque si tú la estrás maltratando y denigrando, algún día vas a tener alguna necesidad y orarás a Dios pero, ¿sabes qué te dirá el Señor? “Yo no pienso contestar tu oración porque estoy viendo cómo maltratas a mi princesa, la esposa que te di. Ve primero y trátala como a vaso frágil, cuídala, protégela, amala y bendícela, después ven y ora y yo te responderé”.  Las oraciones de los varones esposos son estorbadas por causa del maltrato que ellos tienen hacia sus esposas. Es muy importante buscar en Dios el consejo para nuestro matrimonio, orar juntos y creer que el Señor tiene grandes cosas para nosotros y nuestras generaciones futuras. ¡Hay herencia de bendición para tu vida y para la mía!

APOSTOL: MATRIMONIO, DESIGNIO DIVINO

Todo comienza con un hombre y una mujer que se unen con un proyecto que no es suyo sino de Dios. El Señor diseñó al hombre y a la mujer, y con ellos tiene planes etenos. Comienza en lo natural, pero tienen un trasfondo espiritual y sobrenatural, y según las victorias que logremos con el matrimonio, lograremos también victorias para la sociedad y para las naciones.

¿Cómo hago para amar a mi cónyuge? Tanto los hombres como las mujeres somos complicados. Yo me considero un hombre bendecido porque mi esposa Marta me ama. Los conflictos en el matrimonio no se arreglan razonando o argumentando. Muchos son los matrimonios que se pelean por estupideces y después no saben cómo parar; ni siquiera se acuerdan por qué empezaron a discutir pero se hieren con palabras; si él le dijo algo que la ofendió, ella busca algo que lo hiera más y así se pasan discutiendo a ver quién lastima más a quién. Los razonamientos no arreglan las desavenencias en los matrimonios, tampoco las discusiones o peleas; la solución para los matrimonios, como señaló mi esposa, es el amor.

El amor no es algo que yo fabrico porque Dios es amor y es la presencia del Señor en mi vida la que hará que yo pueda amar mi cónyuge. Es el amor y la presencia de Dios la que te dará mujer, la gracia para soportar a ese hombre que te insulta, a ese hombre que se alcoholiza y te denigra. Dios me ama porque Él es amor, no me ama porque soy lindo o bueno ya que es la condición del Señor la que hace que me ame tal como soy. Cuando una mujer tiene a Dios en su corazón, ama a su esposo como Dios lo ama porque el Señor ama también a los borrachos, a los drogadictos y a los violentos porque Él es amor. Es un error creer que puedo argumentar con mi esposa para cambiarla así yo seré feliz; todos queremos ser felices y llegamos mal al matrimonio porque creemos que en éste encontraremos la píldora de la felicidad. Nos enamoramos y creemos que esa mujer nos va a satisfacer y nos dará la felicidad que necesitamos y ella piensa exactamente igual acerca de nosotros. Yo te digo que un matrimonio se forma con lo que tú traes a él; si sufres amargura desde tu niñez o adolescencia, esa amargura la llevas al matrimonio. Si sufres de rechazo o de baja autoestima, no es que la autoestima se mejora automáticamente porque te casaste; tú llegas al matrimonio con una baja autoestima y eso va formando la relación. Lo que trae el hombre y la mujer antes del matrimonio, eso es lo que forja la relación, entonces se forma un matrimonio con baja autoestima, rechazo, amargura, etc. ¡Formamos el matrimonio con lo que traemos! Si traes felicidad y paz al matrimonio, aportas esa felicidad y esa paz en éste.

Importa más que revises que tienes adentro y no qué te dará el matrimonio a ti. El asunto es poner a Dios en medio de ese matrimonio y traerlo al corazón antes del casamiento. Alguna mujer dirá: “Yo me voy a casar con este infeliz pero voy a orar y lo voy a transformar”. ¡Esa mujer ya viene perdiendo! El matrimonio es un prototipo en la tierra de lo que es Jesús y la iglesia. Cristo no ama a la iglesia porque es perfecta, la ama a pesar de sus imperfecciones. Yo aprendí a amar a Marta a pesar de lo que no me gustaba de ella. Al principio yo la quería cambiar, que ella pensara como yo e hiciera como yo quería para que yo fuera feliz y estuviera satisfecho. ¡Es una tarea de locos tratar de cambiar a la mujer! Los primeros años yo la hacía llorar a mi esposa, cuando nos acostábamos cada uno miraba para el otro lado. Por ahí quería entablar diálogo y le preguntaba por ejemplo: “¿Apagaste la luz de la cocina?” “No sé”, me respondía ella muy seca. ¿Cómo que no sabes? ¿La apagaste o no? Insistía yo. “No, anda y apagala vos”. ¡Era difícil cualquier tipo de acercamiento! Pero pronto nos dimos cuenta que no se arreglaba con argumentos la relación sino con la presencia y el amor de Dios. El amor es sabio e inteligente. El amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo sufre y todo lo soporta; no busca lo suyo propio, no se envanece, no guarda rencor, es poderoso. El amor logrará la victoria y no tiene dudas de ella; el amor es poder y presencia de Dios.

LA HISTORIA DE NICOLÁS Y YAMILA

Una joven de la iglesia se peleó con su marido que llegó a la relación con baja autoestima y una necesidad de ser aceptado para levantar su estima; en su casa nunca lo habían tenido en cuenta y nada de lo que él hacía les agradaba a los padres. Cuando este hombre se casó dijo: “Ahora esta mujer me va a admirar, estará orgullosa de mí y me dará para adelante en todo”. Y la mujer ni estaba orgullosa, ni le daba para adelante en nada. Él le exigía que ella tenía que ser así y así; era duro y áspero con ella y la mujer peor se ponía. Se separaron dos o tres veces pero volvieron hasta que un día se separaron para nunca más volver. Él había fracasado una vez más en la vida, estaba solo y se lamentaba que era un fracaso y no pudo lograr sacar adelante su matrimonio. Pero un día la palabra de Dios comenzó a obrar en su corazón; y la palabra de Dios alumbra, entonces empezó a ver sus errores, que había sido malo y áspero con su esposa y sólo pensaba en él; pensaba sólo en cómo ser feliz y para ello su esposa tenía que ser como él quería. Cuando comenzó el cambio en este hombre, la llamaba por teléfono a su esposa y le contaba que había asistido a la iglesia, pero ella lo trataba muy frio. Le confesó que se había dado cuenta que fue muy malo con ella y le pidió perdón, mas ella le respondió: “Muy bien, yo también te perdono pero no quiero saber más nada de vos”. Ella se había enterado de nuestra iglesia y quería visitarnos pero cuando él le dijo que asistía a Misión Vida y la invitó a ir con él, la mujer se negó rotundamente aunque quería ir. El esposo lloraba y la amaba en silencio y un día la pudo convencer para que asistiera a un encuentro y ahí en ese encuentro Dios la comenzó a tratar y le mostró las cosas malas que ella tenía en su corazón.

Ella fue transformada en ese encuentro y ese mismo día los dos asistieron a la iglesia y se sentaron juntos. La mujer pasó a contar cómo Dios la había tocado y pudo perdonar a su esposo; él la estaba escuchando y lloraba, entonces le pregunto por qué lloraba su esposo y ella dijo que era porque estaban separados. El esposo lloraba porque quería estar con ella, él la amaba y le pidió perdón por todo lo que le había hecho. Yo le pedí que le dijera algo lindo al esposo y como no sabía qué decir, yo le dictaba y ella repetía: “Mi amor, perdoname. Yo te perdono y te bendigo”. Yo le iba dictando las frases y en una de esas le pido que repita: “Hoy mismo me voy contigo”. Ella me mira sorprendida pero ese día, delante de la congregación decidió irse con su esposo. El matrimonio comenzó una nueva historia con Cristo en el corazón. ¡Yo soy feliz cuando veo las cosas que Dios hace!

Hace unos meses que los vengo observando y veo que están felices, más unidos y consolados. Ella dice que el esposo no es el mismo y él también dice que ella no es la misma; ya no andan cada uno tratando de transformar al otro sino que ven cómo amar y deleitar a su cónyuge. Con ellos hemos filmado un programa de televisión y en medio de las cámaras, de las luces y de toda la gente que había en el lugar, de repente veo en un rincón a esta pareja orando; vi cuando él dijo amén y le hizo una caricia a la esposa. Yo soy testigo de este gran cambio en sus vidas y me deleito en ver cómo ese hombre ama a su esposa. Con ese material Dios forma familias y con las familias crea la sociedad. Los hijos filman todo lo que ven de sus padres, a ellos les queda grabado en sus cabezas, hechos que han vivido desde la niñez y muchos no quisieran ser como sus padres pero ya han sido sellados en su inconsciente. Mujeres llorando me han dicho que no quieren ser como su madre pero me hablan igual que la madre; hombres que han odiado a su padre porque se alcoholizaban y golpeaban a su madre, dijeron que no serían iguales que sus padres pero terminaron haciendo lo mismo, alcoholizándose y golpeando a sus mujeres. Llevan adentro grabadas esas escenas que vivieron en casa y no pueden librarse de actuar como el padre o la madre.

Pero escuchan la palabra de Dios: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. ¡Eres una nueva criatura! Tenías baja autoestima pero el Señor te la quita de un plumazo. Dios te abraza y derrama su amor sobre ti y comienzas a sentirte como “Tarzán en la selva”. Ahora eres capaz de hacer lo que no te animabas antes. Te entristecías por tus fracasos pero ahora ya no te importa porque tus fracasos son una escuela ya que aprendes con ellos a hacer mejor las cosas y así desaparece tu baja autoestima. No importa el veneno que hayas traído a tu matrimonio, la amargura o la tristeza; no importa la historia que hayas traído a tu matrimonio, si Dios llena tu corazón, todas las cosas son hechas nuevas. ¡El Señor hace nuevas todas las cosas! No sabes el efecto positivo que tiene en un hijo ver a su papá besar y abrazar a su mamá y en una hija ver a la madre que honra a su papá, que le lava la ropa y le prepara la comida con amor y no siente que es una esclava por hacerlo sino una heroína.

Hoy en día están denigrando a la mujer en su función más preciosa que tiene. Mira que a Dios no le interesa tanto qué trabajo tienes o cuánto dinero ganas, tampoco le interesa si tienes el último modelo de vehículo; a Dios le importa qué clase de padre eres. El título más importante que tienes es el de ser padre y el hijo comienza a valorar la paternidad desde pequeño, observando a su padre. La mejor escuela para ser un buen padre, un buen hombre y esposo es ver a su papá cuidando de su esposa y de sus hijos. No es tan importante lo que le dices a tu hijo o a tu hija, lo que importa es lo que ellos ven; cómo eres con los demás, cómo te desenvuelves en tu trabajo, si eres responsable o no. ¡Es importante ser hombre porque trasmite hombría a las generaciones que vienen!

El proyecto de Dios es un proyecto que involucra generaciones, la cosa no termina cuando tú te mueres sino que continúa con tu descendencia. ¡Lo que tú has logrado con tu matrimonio y con tus hijos continúa! La tarea más sagrada de una mujer es ser madre. La Biblia señala que en este tiempo Dios traerá el espíritu del profeta Elías que hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres. Muchos chicos no quieren saber nada de sus padres, es más, huyen de ellos, los insultan y les roban. ¡Es triste lo que está sucediendo en la sociedad! Los padres no saben qué hacer con sus hijos y a los hijos les pasa igual, pero Dios sabe qué hacer con los cónyuges, con los padres y con los hijos; el Señor volverá tu corazón papá, tu corazón mamá hacia tus hijos y tú conquistarás sus corazones.

¡Eso de las diferencias generacionales es una gran mentira! Una niña que tiene una buena madre estará orgullosa de su madre y no se despegará de ella, lo he visto con mis hijas y mi esposa. Yo honro a mi esposa porque se dedicó a sus hijas; ella es pastora y esposa pero también es madre y sus hijas la llaman y la buscan para pedirle consejos. ¡Gloria a Dios por mi esposa! Por causa de ella mis hijas también son buenas madres y mis nietos son buenos nietos. Estamos afectando generaciones, hemos afectado positivamente a nuestras hijas y ahora lo hacemos con nuestros nietos. ¡Nuestra descendencia es bendecida! Yo no ando pensando qué será de mi familia cuando yo me muera, qué será de mis nietos y bisnietos; yo estoy feliz y tranquilo porque sé que es lo que sucederá con ellos porque he creído en la palabra de Dios y su palabra me dice: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6). Mi descendencia será una bendición porque yo amo a Dios y guardo sus mandamientos y no tengo temor de qué pasará después de que yo me muera.

He ido recientemente a predicar a uno de los anexos de nuestra iglesia con mi esposa, una hermana y mi nieta Justina de cuatro años. Cuando finalizó el culto nos dirigimos a Beraca a dejar a mi nieta, pero en el camino paramos para comprar pizza. Era un lugar feo, oscuro, había caras raras y me venían pensamientos como, “aquí me van a asaltar”. Al final nos animamos, en el nombre de Jesús; se bajaron mi esposa y la hermana que iba con nosotros y yo me quedé en el auto hablando con Justina. Ella me dijo: “Abuelito, quiero ir a ver la pizzería”. Yo le había puesto tranca a las puertas del auto y le dije que no, entonces me dice: “¿Qué, no te queres quedar solito?” Le contesté que no quería quedarme solito, pero tratando de que se quedara conmigo en el auto. Justina no le tiene miedo a nada, es una niña confiada, entonces me dijo: “Abuelito, no te vas a quedar solo, Cristo se va a quedar contigo en tu corazón”. Mientras pensaba cómo convencerla, ella me decía: “¡Abrime abuelito!” Le abrí y bajó, y en lugar de ir a la pizzería fue a ver un pozo grande, entonces me dijo: “Abuelo, cuidado después porque hay un pozo grande atrás”. Estoy seguro que ella será una predicadora y que no tendrá temor de hablar de Cristo. Yo estoy saboreando lo que viene después de mí, porque el plan de Dios es eterno. Dios se llama a sí mismo Padre y ha querido tener hijos, y ha declarado que sus hijos somos herederos de su reino. Lo que pasa aquí abajo es una copia de lo que el Señor tiene preparado allá arriba. ¡Dios se deleita en tener familia! ¡Cristo tiene novia! Su novia es la iglesia y Él se casará con ella. Vamos a ser una gran familia en el reino de Dios, seremos sus reyes y sacerdotes.

LA HISTORIA DE DAVID

Leyendo la historia del rey David, él tenía muchos asesores, sacerdotes y administradores entre otros, pero finaliza el pasaje diciendo: “…y los hijos de David eran los príncipes cerca del rey” (1 Crónicas 18:17)

Dios le dio a Adán y a Eva la comisión de multiplicarse; tener hijos y henchir o llenar la tierra porque quiere tener hijos, también les dio la comisión de señorear en la tierra como Él señorea en el cielo. Dios nos da elementos para poder formar parte del reino que ya tiene concebido. El matrimonio no es una cuestioncita de unos jóvenes que se enamoraron perdidamente y se casaron, eso es folklore; la pura verdad es que el matrimonio es un proyecto de Dios porque con ellos Él quiere formar familias fuertes. Dios quiere padres que sepan ser padres, hijos que sepan su lugar y sumen bendición a la nación. Yo digo que mi matrimonio ha bendecido al Uruguay y está bendiciendo a las naciones y no lo digo con vanidad ni orgullo sino que doy gracias a Dios porque su gracia ha hecho posible esto. Y por causa de este matrimonio van a surgir muchos más porque sin temor a equivocarme somos un ejemplo para muchos jóvenes y niños. ¡Tu existencia en el mundo es importante y es trascendente!

La Biblia señala que David fue un hombre conforme al corazón de Dios y otro hombre es Abraham de quien la Biblia dice que fue amigo de Dios, y el Señor le dijo a su amigo: “Te bendeciré y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Dios encontró un amigo, una persona que lo amó, que lo respetó y guardó sus mandamientos y dijo: “Con este hombre haré grandes cosas”. Le dijo que le daría una descendencia que nadie iba a poder contar.

Dios escogió a Abraham su amigo y de su linaje formó un pueblo y de ese pueblo vino Cristo y el Señor bendijo al mundo entero.

Volviendo a David, él quería hacer una casa para Dios, un templo, entonces dijo el rey al profeta Natán: “Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas. En aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo: Ve y di a David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habite”. Entonces Natán fue a donde estaba el rey y le dijo todas las palabras que Dios le había mandado que le dijese. Leemos en 2ª de Samuel 7: 11 en la última parte del versículo: “Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa”.  No se refería a una casa para vivir porque David se había hecho una casa de madera de cedro muy hermosa; el Señor hablaba de la descendencia de David. También le dijo el profeta Natán de parte de Dios: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino”. Éstas son las promesas del Señor: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6)

Continuó el profeta Natán hablando palabra de Dios a David en 2ª de Samuel 7: 13 al 16: “El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente”. Antes de David, Saúl fue el rey pero Dios quitó a Saúl así como a su linaje, y su descendencia desapareció para siempre. El Señor apartó de Saúl su misericordia y le dijo a David: “Si tus hijos se portan mal yo los voy a castigar pero no apartaré de ellos mi misericordia como lo hice con Saúl”. ¿Por qué Dios le dijo esto a David? Porque David fue un hombre que ha agradado al Señor y su corazón fue conforme al corazón de Dios. ¡Tienes que saber hoy que tu conducta en tu matrimonio, en tu familia y tu conducta delante de Dios afectará a miles de personas después de ti!

Dios le dijo a David: “Tú no me vas a edificar casa; yo te voy a edificar casa a ti”. Con esto quiso decir que después de él Dios se quedaría con su descendencia y la iba a bendecir, y si se portaban mal los iba a castigar pero nunca apartaría su misericordia de ellos. Y agregó el Señor: “Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente”. Esto es una doble profecía acerca de Salomón que es el hijo inmediato de David que se quedaría con el reino y también de Jesús, porque cuando habla de reino eterno se refiere al reinado del Mesías. Hay profecías en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que señalan que David reinará personalmente desde Jerusalén en el milenio. La descendencia de David será firme. En Israel habían doce tribus: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. David es descendiente de Judá. El término judío viene de Judá. No sabemos qué sucedió con las otras tribus, fueron dispersadas y no se sabe nada de ellas. La promesa de Dios es que juntaría a todas las tribus de Israel pero hay una que está firme e inamovible.

Israel ha tenido seis guerras desde el año 1948 hasta la actualidad, frecuentemente se levantan en guerra contra esa nación. Israel es un pequeño pedazo de tierra y tiene enemigos que se cuentan por millones. Hay veinte naciones árabes que votaron en la UNESCO en contra de Israel diciendo que el Muro de los Lamentos y el lugar donde estaba el Templo de Salomón no tienen ninguna relación con el pueblo judío. El mundo  entero está en contra de Israel. La UNESCO está pisoteando la verdad pero el pueblo de Israel sigue firme, los descendientes de Judá, los del linaje de David. La Biblia habla de David como el que tiene el cetro, como el elegido del linaje que viene desde Abraham hasta él. Es en cierto modo el prototipo de Cristo y el león de la tribu de Judá. Hoy vemos con nuestros ojos cómo esta promesa de Dios hecha a David, promesa que él creyó, permanece hasta el día de hoy. ¡Dios cumple sus promesas!

CONCLUSIÓN

El Señor ha declarado: “…hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5-6). ¡Dios tiene misericordia de mí y de mi descendencia!

Leemos en 2ª de Samuel 7: 18 y 19: “Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir”. ¡Señor, me has hecho ver qué es lo que vas a hacer con mi descendencia! David fue un hombre que le creyó a Dios. Tú no estás en este mundo por casualidad ni eres un descarte, Dios hoy te señala y te dice: “Yo no hago acepción de personas, cualquier hombre o mujer que me ame así como Abraham y David, yo prometo bendecir su casa y su descendencia. Naciones serán benditas por causa de ti”. Si sigues con ese corazón que hoy tienes no llegarás a hacer lo que Dios quiere; si sigues con ese corazón amargado, resentido y herido no vas a bendecir a Dios, no vas a bendecir a los hombres y tampoco tu casa. Te he dicho que estas cosas no se hacen con razonamientos sino con la presencia de Dios y con el amor del Señor obrando en tu familia, en tu matrimonio, en tu corazón. ¡Dios te necesita para transformar el mundo y quiere sanar tu corazón hoy! ¡Él quiere limpiarte y perdonarte! Dios está seleccionando descendencia y linaje.

“Glorifícate en cada vida, Dios, sopla tu poder Señor. Te damos toda la gloria. La palabra ha sido sembrada, arrebata los corazones, arrebata las vidas para ti, Señor. Tuyo es el poder y la gloria por los siglos de los siglos”. Haz una oración y dile a Dios en esta hora: “Señor amado, te necesito, limpia mi corazón, yo he pecado y estoy herido. ¡Lávame y límpiame, Señor! Haz tu obra en mí, derrama tu Espíritu sobre mí. Líbrame de poderes extraños y lléname de amor Padre, te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

                 Livio
Capellán Cristiano Evangélico

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De rodillas ante Dios



Algunas personas tienen la capacidad de confiar en Dios y descansar en Él, y de no estar asustados por determinadas situaciones. Es la capacidad que tienen los cristianos de fe, los que tienen esperanza y verdaderamente confían en Dios, esa es la capacidad de sonreír, de poder reírse de las circunstancias y de las embestidas del infierno, y de eso quiero hablar hoy: Las pruebas llegan a tu vida para mostrar la calidad de cristiano que eres. ¿Tienes paz o vives angustiado? Dios hoy quiere tomar tu carga en sus manos, y darte paz.

POLÍTICAMENTE CORRECTO

Me ha tocado vivir experiencias muy duras por causa de unas declaraciones que compartí en el campamento de jóvenes que tuvo lugar hace poco. En ese evento recibimos unos invitados que abordaron temas como la ideología de género y en mi programa radial dije que el gobierno estaría propiciando las relaciones sexuales de personas mayores con menores, entre otras cosas. Esas declaraciones fueron a parar a un programa de televisión secular por lo cual me citaron a una entrevista. Allí me abordaron a preguntas, no me dejaban contestar una cuando me hacían otra. El asunto es que se levantó el infierno y yo me veo en la necesidad de abrir mi boca para publicar la verdad. Siempre enseñé que la verdad es luz y la luz disipa las tinieblas.

Existe hoy en día la doctrina de lo “políticamente correcto” que lleva a tomar decisiones políticamente convenientes, y está envenenando la sociedad porque lleva a esconder la verdad y ayuda a los políticos y a quienes adquieren la habilidad de manejar estas cosas a ser hipócritas y falsos. Esto es un veneno que se va metiendo en la sociedad. Las decisiones políticamente convenientes apuntan no a sacar a luz la verdad ni a sostener valores o principios sino a tomar decisiones y a hacer lo que políticamente me conviene; entonces la verdad se transforma en mentira y la mentira en verdad porque se pretende mantener el estatus, la imagen, los votos, la posición del individuo y el poder, por lo que trabaja en favor de ello no importa que sea un hipócrita.

El mundo de los políticos está introduciendo en la sociedad este tipo de doctrina. A todo esto, se levantaron las personas más cercanas a mí y me dijeron: “Mejor te hubieras callado y no hubieras hablado nada del asunto. Si no lo hubieras hecho no se habría levantado el infierno”. También recibí críticas de todos lados. Un diputado me declaró su enemigo y me trató de criminal. Yo no difamé a nadie pero muchos me tildaron de retrógrado, de repulsivo, se acordaron de mi mamá, me dijeron homófobo como si ese término fuera un insulto. Digamos que las fobias son problemas de salud que tienen su tratamiento y si yo padezco eso soy digno de que un médico me ayude; y si la homofobia existe tendrían que mandarme a analizar pero no tildarme de tal cosa como un insulto. Yo no soy homófobo porque amo a las personas y no tengo problemas con los derechos que reclama la gente. Dios nos ha hecho libres, nos ha dado libre albedrío y si alguien quiere ser homosexual no hay problema que defienda su derecho a ser homosexual. Si alguien quiere ser Napoleón que sea como dice. Lo que no quiero es que los derechos que ellos defienden me los impongan a mí a través de la enseñanza pública, gratuita y obligatoria. ¡No quiero que se lo enseñen a mis hijos! Quiero ejercer mi derecho constitucional de la patria potestad y a elegir la clase de enseñanza que quiero para mis hijos. Quiero ejercer mi derecho constitucional de opinar libremente sin que me digan homófobo. Quiero expresar públicamente aquello que creo y me den la libertad de hacerlo y no que me insulten por causa de lo que creo. Quiero poder obrar de acuerdo a mi conciencia y no de acuerdo a la conciencia de la ideología de género.

Yo declaré que dicha ideología de género en el mundo, está promoviendo la zoofilia en algunas naciones, no dije que hay personas promoviendo la zoofilia o el bestialismo en Uruguay; pero la ideología de género en el mundo también defiende la pedofilia, las prácticas sexuales entre grandes y niños. Los ideólogos de esta corriente lo han declarado y está registrado en libros. Uno de ellos dijo que en su manera de ver las cosas, ninguna práctica sexual es mala en sí misma con tal de que sea placentera. En el año 2014 en Uruguay hubo un fallo histórico; un hombre mayor, casado y con hijos se puso de novio con una adolescente de doce años. Un fallo en la ciudad de Rivera condenó al hombre por lo que hizo con la menor pero en Montevideo, el Tribunal de Apelaciones del Poder Judicial decidió dejarlo en libertad porque la nena era plenamente consciente de lo que hacía. ¡Para mí eso es pedofilia! En Estados Unidos a quienes cometen pedofilia lo condenan a años de prisión pero evidentemente la ideología de género está haciendo su trabajito y se está hablando acerca de la edad mínima de consentimiento de los menores.

No se consiente que un menor de doce años maneje un auto pero sí que se ponga de novio con un hombre mayor y tenga relaciones sexuales con él. Por causa de todo esto, y según mis declaraciones he recibido miles de comentarios y se dice que me van a exigir retractarme o confirmar lo que yo he declarado. Pero yo, el día en que tuve la entrevista, me levanté temprano y me arrodillé a orar: “Espíritu Santo soy tuyo, estoy en tus manos. Espíritu Santo toma el control y muévete en ese programa. Úsame como un instrumento tuyo”. Lo cierto es que se armó un infierno. A los que me dijeron que lo hice todo mal y que tendría que haber sido más astuto y haber tomado una decisión políticamente conveniente les dije que hablen con el Espíritu Santo. Cuando oré porque más o menos vi lo que se venía y le entregué mi carga al Señor, Dios me dio paz. Cuando finalizó la entrevista pensé que no había estado tan mal y en el correr del día comenzaron las críticas de los políticos, de algunos cristianos, de los gay, pero yo tenía paz. No faltó ese diputado que declaró que yo era un criminal pero yo tengo paz. No sé si me van a citar a declarar pero yo tengo paz y puedo sonreír porque le he dejado mis cargas a Dios. He puesto en sus manos mis circunstancias y pase lo que pase, todo está en las manos de Dios. El Señor es Todopoderoso y hará lo que Él quiera y yo me alegro de que así sea porque he aceptado la voluntad de Dios sobre mi vida.

REGOCIJAOS EN EL SEÑOR, SIEMPRE

El mensaje central de hoy es que si le entregas a Dios tus cargas puedes descansar y sonreír. Hay quienes no pueden omitir la influencia que ejerce sobre ellos las circunstancias pero éstas son pruebas de calidad. Se trata de saber de qué calidad son los cristianos. Los fabricantes de productos de marca hacen pruebas de calidad, por ejemplo, arrojan desde una gran altura un celular, lo sumergen en el agua, lo pasan por encima con un objeto pesado, con el objeto de hacerle una prueba de calidad; si pasan la prueba entonces es bueno el producto. Los vehículos también son probados; éstos son llevados a una pista donde se lo acelera, se lo hace pasar por baches y curvas, de manera que se compruebe que el volante anda bien, las ruedas, el motor, etc. Una prueba no es una circunstancia que viene para hundirte sino para demostrar qué clase de cristiano eres. Si sientes angustias, temores y opresión por lo que te está sucediendo no has pasado la prueba de calidad y aún no llegas a ser lo que Dios quiere de ti. Muchos me alientan a seguir y a declarar la verdad y yo me pregunto si no habrá algún otro que quiera hacer lo mismo que yo, pero aunque nadie levante su voz, yo decidí hacerlo para defender la verdad y para defender la niñez.

Pablo y Silas cantaban en la cárcel. Un día satanás criticó a Dios por bendecir demasiado a Job y le dijo: “Job te ama porque le has dado todo pero quítale las bendiciones y verás cómo blasfema contra ti”. Y Dios que sabía quién era Job, le dijo: “He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él”. El amor del creyente hacia Dios no se ve en las buenas circunstancias sino en tiempos difíciles. El que ama a Dios persevera y prevalece; no le importan las circunstancias porque sabe que todo quedará atrás y él saldrá adelante. Sabe que las circunstancias son pasajeras pero en él hay eternidad.

Leemos en Filipenses 4: 1 al 4: “Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados. Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”

Se trata de poder regocijarse en medio de los problemas y decirle a las circunstancias: “Tú no me gobiernas. No me importa lo grande de este problema porque Dios es mi fortaleza. Dios es mi escudo. Él es mi Señor y yo confío en Dios”. Tengan la habilidad de descansar en Dios, de entregarle las circunstancias y de sonreír. Si yo no practicara eso no estaría feliz hoy.

Yo hoy predico con una sonrisa en mi rostro porque no tengo miedo de las circunstancias, yo tengo temor de Dios. ¿Cómo funciona la cosa? El apóstol Pablo dice a continuación: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Por nada tienes que afanarte, ni por tu esposo, o por tu cuñada, tu tía o tu suegra; no debes afanarte por un problema económico o laboral, tampoco por alguna enfermedad. ¡Por nada estés afanoso! ¡No entres en afán! Yo he puesto en práctica esta palabra y me ha hecho bien. Quiero decirte que unos momentos de rodilla delante del Señor quita toda carga y opresión. No se trata de esperar que se solucionen las circunstancias para que yo esté feliz, porque como yo confío en Dios, antes de que la dificultad se solucione, yo ya tengo paz y gozo. ¡No podrá destruirme una circunstancia!

Miren, ustedes no estén afanosos, más bien vayan delante de Dios y muéstrenle sus peticiones y agradézcanle. Aquel que cree, puede agradecer. Si yo tengo carga, si estoy viviendo una circunstancia que me causa angustia y opresión, si me causa impotencia y resentimiento o alguna cosa que afecte los sentimientos y el corazón, entonces le entrego mi carga a Dios y me quedo livianito. ¡Ya no tengo la carga! ¡La tiene Dios! “Por nada estéis afanosos sino sean conocidas vuestras peticiones delante del Señor en toda oración y ruego y con acción de gracias”. Como yo creo en Dios y confío en Él, le entrego mi carga, el Señor la toma y yo le agradezco porque la carga ya no es mía sino suya y yo estoy feliz.

Poder agradecer es símbolo de confianza, es demostrar que de alguna manera me he desentendido de aquello que me afligía. Le entregué a Dios mis cargas y ya no hay nada que afecte mi corazón ni mis pensamientos. Antes vivías pensando cómo hacer, ibas a un pastor y le pedías consejo pero como seguías ansioso y preocupado ibas a otro pastor porque el primero no te convenció. ¡Es que no puedes confiar! ¡Qué triste es no poder confiar y descansar! Entonces sigues con la carga encima. A veces oramos por alguna persona y la ayudamos a que entregue su carga a Dios, terminan de orar y siente un cierto alivio pero cuando sale a la calle se acuerda nuevamente del problema y toma la carga que le había entregado a Dios. Hay chicas de la iglesia que se enamoraron de un muchacho, y el joven no quiere saber nada, pero ella oró y Dios le confirmó que él sería para ella y la chica confía en Dios y sabe que el Señor se lo va a dar, pero cuando quiere acordar el muchacho se puso de novio con otra, entonces entra el desazón y se pregunta: “¿Cómo? ¡Si Dios me habló! ¡Tengo los versículos marcados!” Me preguntan qué hacer y yo les digo que se lo entregue al Señor ya que si ese joven es para ella nadie se lo va a quitar ni siquiera “Miss Venezuela”. Si es de Dios y es para ti quédate tranquilo, quédate tranquila. Oramos por la joven y ella logra entregarle su carga al Señor, pero a la semana ve al joven y suspira, entonces le quita la carga a Dios y se la pone nuevamente encima, y comienza a angustiarse otra vez. Después se pregunta por qué se siente mal si ya se lo había entregado a Dios, pero ella le quitó la carga al Señor y se la puso encima.

Hay personas que no tienen la capacidad de entregar su carga y desentenderse de ella; y el apóstol Pablo dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. El afán es un aceleramiento desmedido, el afán produce angustia, enfermedades, resentimientos, amargura y toda clase de malos sentimientos y pensamientos. Mas el apóstol Pablo dice: “Por nada estén afanosos…” Aprendan a sonreír porque su sonrisa le demostrará al diablo, al infierno y a todos sus enemigos que ustedes confían en Dios y han puesto su esperanza en el Señor.

EL AFAN NO SOLUCIONA TU PROBLEMA

Un predicador, hace muchos años atrás nos enseñó a mi esposa y a mí que el afán es como encender el motor de un auto y acelerar sin poner el cambio. El auto se acelera pero no se mueve a ningún lado. Poner el cambio significa entregarle al motor el laburo. Si aceleras el auto y no pones el cambio haces que el motor se recaliente. También he dicho que el afán es correr sin saber a dónde, así como hacen los hámsteres cuando corren en la ruedita. Dios no quiere que estés afanoso porque el afán te quita el sueño y no te soluciona nada; estar afanado te afecta tu sistema digestivo así como el respiratorio o el circulatorio. El afán no aporta soluciones y sólo te fatiga. Según el diccionario, la palabra afán significa: “Esfuerzo o empeño grande, deseo intenso o aspiración. Apuro, aprieto o necesidad extrema”. Afán es estar en una situación, embretado, y no poder salir.

Dios hoy quiere quitar de tu corazón y de tu mente el afán. He escuchado declaraciones de un cura que dice que los hombres tienen compartimientos en la mente, como cajitas; y por ejemplo, cuando el hombre está en el trabajo, está en la cajita del trabajo. Pueden pasar muchas cosas afuera pero él está metido ahí en su trabajo. Cuando está mirando un partido de futbol y viene la esposa a hablarle, la manda a callarse porque está en la cajita de fútbol. El hombre se puede concentrar pero sólo en una cosa a la vez, depende en la cajita en la que esté. También declaró que el hombre tiene un compartimiento que dice “nothing box” que significa, no hay nada adentro. O sea que el hombre llega a la casa, se mete en la nothing box y la esposa le pregunta en qué piensa y él le dice que no piensa en nada. Puede estar viendo televisión pero es como un zombi, si le preguntan qué tal está la película, no sabe. Según el cura, la mujer es distinta porque no tiene ninguna cajita, tiene todas sus neuronas activadas, ella puede estar hablando por teléfono, atendiendo al nene y encendiendo la cocina para calentar la leche. Dice que la cabeza de la mujer es un hervidero. Ella habla un promedio de ocho mil quinientas palabras por día, en cambio el hombre habla tres mil quinientas palabra por día, promedio. Tal vez el hombre tuvo un día complicado en el trabajo y hablo cinco mil palabras, o sea que se pasó del promedio y cuando llega a la casa no quiere hablar. La mujer quiere entablar una conversación porque tiene que usar sus ocho mil quinientas palabras ya que durante el día no habló mucho pero él ya habló más de la cuenta ese día y no quiere conversar. Ahora, si no la deja, ellas que son acumulativas, y mañana va a hablar las ocho mil quinientas del día más las que no pudo soltar el día anterior. Este hombre dice que las neuronas en el cerebro de la mujer están conectadas eléctricamente y hasta chispas hacen.

El afán es así, es llenarse de problemas sin poder despojarse de ellos. El sinónimo de afán es la ansiedad, que es un estado de agitación, de inquietud y zozobra. Zozobra es esa sensación de que te vas a hundir. Pensemos en un barco que está en alta mar y hay una gran tormenta; pareciera que la nave se va a hundir. Zozobra es un estado de tensión generado por la idea de que se hunde el barco. Hechos 27 señala que el apóstol Pablo estaba en un barco con una gran tripulación, entonces se levantó una gran tormenta que hizo entrar en zozobra a todos los que estaban allí. En un momento comenzaron a arrojar cosas al mar para aligerar la nave y Pablo les dijo: “…Ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo”.  Pablo había estado con Dios y el Señor le concedió la vida de todos los que estaban en el barco. Él podía sonreír porque estaba en paz. Había hablado con Dios y le entregó sus temores, sus angustias y preocupaciones. Las circunstancias te muestran una cosa pero Dios te dice otra. ¡Si pudieras entregarle tus cargas a Dios y estar en paz para poder oír su voz! “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. La situación de haber estado con Dios y de haberle entregado la carga genera paz.

CONCLUSIÓN

Tienes un problema y no sabes cómo resolverlo, ya has hecho todo lo humanamente posible, pero vas a Dios y le entregas ese problema, entonces el Señor te da la salida. Tu mente no daba para resolver la dificultad, tu angustia te turbaba, no podías oír la voz de Dios porque la persona que está llena de afán y de ansiedad se turba y no sabe diferenciar si alguna de las ideas que le vienen a la cabeza es de Dios o no es. No puedes escuchar a Dios si tu alma está turbada¸ no puedes escuchar la voz del Señor si estás lleno de resentimientos, de amargura, si estás ansioso y afanoso. Si tu alma no está en calma no podrás escuchar a Dios. Cuando logras entregarle al Señor tus cargas y problemas, la paz de Dios te inunda. La señal y la evidencia de que has estado con Él y que le has entregado tu carga es la paz que viene a tu vida y eso se refleja en tu rostro. Si estás turbado no hay paz, si estás enojado o rencoroso, si tienes miedo no hay paz pero si has entregado tu carga, viene la paz y esa paz de Dios sobrepasa todo entendimiento, hace pasar al creyente por encima de todo entendimiento.

Dios te dice que son sus pensamientos los que te van a sacar adelante y no los tuyos; es su poder que te sacará adelante. “¡Descansa en mí, yo te voy a llevar por encima de tus circunstancias!” te dice el Señor. Entrégale a Dios tus opresiones, tus temores y angustias y podrás dormir tranquilo. La carga se la puedes entregar al Señor en un instante, no porque lo hayas entendido sino porque lo creíste. Si crees, le puedes entregar tu carga al Señor y hoy mismo comenzarás a disfrutar la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. El afán y la ansiedad atacan el corazón y los pensamientos, cuando digo que ataca el corazón, significa que ataca los sentimientos; te llenas de temores, amargura, etc. Y esos sentimientos encontrados no te permiten relacionarte con Dios. La ansiedad también perturba la mente, pero viene la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento y guarda tus pensamientos en Cristo Jesús. La gran carga era lo que sentías y pensabas, pero la paz de Dios te quita esa carga, eso que sentías y pensabas, y la paz de Dios te envuelve, ahora el problema quedó en las manos del Señor.

Deja esa mochila a los pies del Cristo y serás una persona que podrá sonreír a pesar de las dificultades. Abraza esta palabra que viene de parte de Dios y créela, pero también practícala. ¡A mí me ha dado resultado! Ya no tengo miedo al futuro, no temo por lo que estoy viviendo; Dios está conmigo. Hace muy poco tiempo falleció un hermano y amigo muy querido, él sufrió varios años por causa de un cáncer y todos creíamos que Dios iba a hacer algo y lo iba a sanar pero unas semanas antes de su muerte, su esposa un poco turbada le dijo: “Papi, ¿y si el Señor no hace las cosas como nosotros las queremos, qué?” Y él respondió: “Perfecto. Si Dios me quiere llevar, Él es el Señor y todo lo que hace es perfecto”. Un instante antes de morir, suspiró y dijo: “¡Aleluya!” ¡Y se fue! ¡Cero turbaciones! ¡Cero preocupaciones! ¡Cero temores!

Yo compartí una frase en las redes que me ha hecho mucho bien y que dice así: “De rodillas ante Dios. De pie ante el mundo”. Él es quien levanta mi cabeza, es mi escudo y mi fortaleza. Ante el mundo soy un león, delante del Señor soy oveja.

Si has entendido que hoy le tienes que entregar a Dios tus ansiedades, tus cargas y preocupaciones no lo pienses más, pídele perdón a Dios por llevar esas cargas y entrégaselas. Dile al Señor: “Vengo delante de ti a confesar mis cargas que tú ya conoces Padre, pero quieres que me acerque a ti y te las entregue. No sirve de nada que sepas mis problemas, si yo no te los entrego. Perdóname Señor, y líbrame. Te doy gracias Padre, porque por el nombre de Jesús tengo acceso a tu presencia y tú oyes mi oración, amén”. 

                 Livio
Capellán Cristiano Evangélico

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jueves, 30 de marzo de 2017

No te canses de sembrar lo bueno



Yo te pregunto: ¿Los esfuerzos que haces, valen la pena? Cada esfuerzo que haces es una siembra, porque es el fruto de una decisión y de tu empeño. Cada decisión requiere un empleo de fuerza y de tiempo; digamos que cada vez que tomas decisiones, es una inversión que haces; por eso te pregunto: ¿las decisiones que has tomado han valido la pena? ¿Las cosas en las que inviertes tiempo y fuerzas te están dando resultado? ¿Estás satisfecho o satisfecha con los resultados que has obtenido?

Quiero decirte que lo que hoy estás viviendo es el resultado de tu siembra. Nadie tiene la culpa de lo que tú estás viviendo. Tú has tomado tus propias decisiones en cada oportunidad y circunstancia, y cada decisión te hace tomar nuevos rumbos. Cada decisión es una elección que deja de lado otros caminos u oportunidades. Yo soy responsable delante de Dios. Lo que cosechas no depende de cómo es la gente. Tal vez has sembrado bendición y amor pero la gente no te ha respondido como querías, pero recuerda que tu cosecha no depende de la gente sino de Dios. ¡El Señor no te va a dejar sin cosecha si siembras lo que Él quiere que siembres! Dice la Biblia en Gálatas 6:7: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. ¡A su tiempo vas a cosechar si no dejas de sembrar! Muchos se agotan enseguida y dejan de sembrar, dejan de hacer lo bueno y lo correcto.

EL RESULTADO DE MI SIEMBRA

Hemos culminado el campamento de niños número diecinueve y nos ha dejado una sensación muy linda sobre los que estuvimos trabajando en todo este tiempo. Niños que han asistido a varios campamentos de Beraca Kids, y ahora participan de los campamentos de jóvenes, hoy trabajan haciendo actividades para niños como los programas de radio, o son maestros de niños pequeños. Muchos de los maestros que han asistido al campamento de jóvenes primero, participaron de los campamentos de niños.

Esto es lo primero que hemos notado, lo segundo es la paz que ha habido en este último campamento; los chicos se han portado bien, han sido menos violentos que en campamentos anteriores. Y no es que los niños vienen menos violentos en lo que respecta a la sociedad sino todo lo contrario, pero en este último campamento se han mostrado menos violentos y más serviciales. No hubo como otros campamentos, niños que se largaban a llorar porque extrañaban a su mamá y por esta causa se nos iban a razón de cien niños más en los primeros tres días. En el último campamento la mayoría de los niños no extrañaron, sólo se fueron diecisiete de mil cien que habían inscriptos.

Nos maravillamos al ver que todo ha mejorado porque en realidad los niños son muy violentos pero en este reciente campamento no ha sido así, y hemos notado que un sesenta y cinco por ciento de los niños que han participado en este último campamento ya habían participado de otros anteriores. Esto quiere decir que hay un gran porcentaje de chicos que ya están siendo tocados por la palabra de Dios desde hace varios años, entonces llegan al campamento contentos, ya no extrañan, no te patean ni te muerden como antes ni insultan como lo hacían antes. ¡Las cosas han mejorado! Tenemos un gran porcentaje de niños que están siendo encaminados, pero llevamos diecinueve años sembrando en ellos así que yo te digo: No te canses de hacer el bien. No se trata de hacer el bien un año sino cada día de tu vida. ¡Tú vas a cosechar conforme a lo que siembras!

Cuando finalizó el campamento y los niños se fueron cada uno para sus hogares, recibimos un mensaje de una mamá, el cual nos dice que su hija llegó a su casa y se desvaneció por lo que la llevaron al hospital donde quedó internada con un posible cuadro de meningitis. La niña vuelve en sí pero la mantienen internada para hacerle estudios, a todo esto la madre estaba angustiada, llorando y desesperada, y la niña, internada, sometida a estudios médicos, le dice: “Mamá no te desesperes. ¡Dios está de nuestro lado!” La madre nos manda un mensaje, diciéndonos: “Dios los bendiga. ¡Gracias por lo que han hecho por mi hija! ¡Gracias porque han sembrado fe y esperanza en ella!” La madre estaba desesperada, pero la hija confiaba. ¡Gloria a Dios, estamos cosechando!

Todos los días cosechamos; algunos cosechan abrojos, cardos y espinas, pero otros cosechan bendición. Este año hemos cosechado en los campamentos paz, mucha paz y bendición por lo que estamos agradecidos a Dios.

LO QUE SEMBRAMOS, INEVITABLEMENTE COSECHAMOS

El apóstol Pablo le dice a los gálatas: “…Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:16 y 17). Aquí la palabra de Dios está hablando de dos resultados, uno malo y otro bueno, y el resultado tiene que ver con la semilla que se siembra. Está el fruto del Espíritu Santo y está el fruto o las obras de la carne. Éstas son dos naturalezas distintas; una es la naturaleza de la carne y la otra la naturaleza del Espíritu y el apóstol Pablo exhorta a andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne. En la Biblia hay una ley que contradice la teoría de la evolución; esta teoría sugiere que se puede mutar de una especie a otra, por ejemplo, un pez se puede transformar en pájaro, un mono en un ser humano, etc. Por un lado se habla de la mutación de ciertos caracteres dentro de una especie y por otro lado de una mutación de una especie a otra a lo que le llaman evolución. Sin embargo la Biblia nos dice que Dios hizo cada árbol según su especie, cada planta según su especie y cada animal según su especie. O sea que si yo planto semillas de eucaliptus obtendré árboles de eucaliptus. Si quiero obtener eucaliptus más vale que no plante semillas de pino. Si Dios dijo que cada árbol da semilla conforme a su especie, significa que las chanchas siempre tendrán chanchitos. No existe la mujer que haya dado a luz un perro dóberman ni se ha encontrado un mono que se haya mutado a ser humano porque lo que producen las semillas que se siembran, es conforme a la especie que se siembra. Si siembras para la carne, de la carne recogerás corrupción y muerte; y si siembras para el Espíritu cosecharás vida eterna.

Los seres humanos producen uno, de dos clases de frutos; fruto de la carne o fruto del Espíritu. Cuando produce fruto de la carne se dice que la persona es carnal y cuando produce fruto del Espíritu, es espiritual. Si domina el Espíritu, el resultado es espiritual, pero si domina la carne el resultado es carnal. Jesús dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

La carne no puede producir obras espirituales; mucha gente quiere ser buena y hace fuerza para cambiar sus emociones y sus hábitos, hacen fuerza para dejar de insultar o para no enojarse pero no les sale porque las obras espirituales no las produce el ser humano. Las buenas obras no las produces tú; las buenas obras las produce el Espíritu Santo en el creyente y es un fruto del Espíritu, no del ser humano. Por lo tanto no tienes que estar tratando de cambiarte porque jamás podrás cambiar tu naturaleza, jamás podrás cambiar tu carne y aunque hay carne buena, regular o mala, no importa de cuál de ellas se trate porque la carne es carne y produce obras de la carne. El Espíritu es bueno y hay uno solo y es el Espíritu de Dios. Las obras que produce el Espíritu Santo en el creyente son las que a Dios le agrada, por lo tanto no tengo que luchar por producir buenas obras sino por mantenerme en una comunión correcta con el Señor y debo depender del Espíritu Santo. Es la búsqueda de Dios lo que hace que el Espíritu Santo se mueva con poder en el creyente y éste produce naturalmente las buenas obras de Dios. ¡No tiene que esforzarse!

La higuera no vive con miedo a dar durazno o algún otro fruto, porque sabe que dará higos. Las obras del Espíritu que le agradan a Dios, el Espíritu las produce naturalmente en el creyente. Te sale un amor de tu corazón y por más que quieras no puedes odiar ni insultar, no puedes enojarte con alguien porque amas a esa persona y el amor de Dios brota como una fuente de tu corazón. ¡Eres una bendición! Pero eso no es de ti sino del Espíritu de Dios que está en ti. Cuando se producen las obras de Dios la gente se admira y glorifica al Señor. Las obras de Dios son tan buenas, tan grandes y hermosas que naturalmente la gente aclama: ¡Gloria a Dios!

Hay personas que se especializan en domar la carne o volver su carne espiritual; se torna buena pero a su propio criterio, se vuelve religiosa, establece normas, viven oprimidas porque sabe que tiene que amar y trata de hacerlo pero no tiene amor. No está en la naturaleza de la persona el producir buenas obras, todo tiene que ver con el origen, de dónde sale esa buena obra y de ti no sale, la buena obra sale de Dios. A veces hacemos un gran esfuerzo y logramos concretar una buena obra humana lo que lleva a la gente a alabarnos por nuestro mérito porque cuando la buena obra la hace el hombre entonces admiramos al hombre, mas cuando la buena obra la hace Dios, lo admiramos a Él y le glorificamos. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” dijo Jesús (Mateo 5:16). Las buenas obras no salen de tu corazón, salen del corazón de Dios y lo que tú necesitas para hacer esas buenas obras es vivir una vida abrazado a Dios y aferrado al Espíritu Santo.

LA COSECHA DE LA CARNE

Hay una lista en Gálatas capítulo cinco donde el apóstol Pablo habla de los resultados de una vida carnal y una vida espiritual. Gálatas 5: 18 al 21 dice así: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Tú haces fuerza para no adulterar y te mueres de ganas por hacerlo, y luchas con todas tus fuerzas para no ceder ante tu deseo pero ves a una mujer y te das cuenta que eres carne. Tú dirás: “¿Yo idolatría? ¿Hechicería? ¡No!” ¿Y qué de las enemistades? “Yo me llevo bien con todos” ¿Y con tu suegra? “¡Ah, no!” Si ves que te sale solito el enojo y la enemistad contra tu hijo, tu cónyuge o alguna otra persona entonces eres una persona carnal. Hay pecados que tú no cometerías ni loco pero la envidia te invade cada dos por tres.

Yo he contado que cuando me estaba iniciando en el ministerio, el pastor Rubén Giménez decidió hacer una campaña evengelística y eligió cinco predicadores entre los que me encontraba yo, y a cada uno le tocaba un día para predicar. “¡Ahora van a ver lo que yo soy!” pensé. Yo tenía un anhelo tremendo de que Dios manifestara su gloria cuando me tocara predicar, entonces ayunaba y oraba con todas mis fuerzas pero yo no amaba mucho a las almas sino que quería demostrar que mi predicación era más efectiva que la de los otros predicadores. Así era yo. Cuando predicaba otro, dentro mío yo sentía el deseo de que no se salvaran muchos así a la hora de mi predicación pasarían al frente una gran cantidad de personas, y si no, me iban a quitar la gloria a mí. ¡Tenía un corazón recontra torcido! Yo oraba con pasión, oraba con una oración perseverante y era una carnalidad. Yo quería que se notara que mi prédica daba más resultado que el mensaje de otro. ¡Eso es envidia! Pero Dios fue trabajando en mi corazón y me enseñó que si yo amaba a las almas, tenía que amar que se salvaran conmigo o sin mí. Si tú ves que aparecen esas cosas que se mencionan en el libro de Gálatas en tu vida y estás anhelando que alguien se fije que tú eres espiritual y si no te ponen en un cargo importante entonces te sientes mal porque no te reconocen, eres carne pura. Eso hace cortocircuito con el Espíritu Santo.

LA COSECHA DEL ESPÍRITU

Luego de la lista de las obras de la carne que da el apóstol Pablo en Gálatas 5, menciona lo que son las obras del Espíritu. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. Así que si está operando el Espíritu Santo, naturalmente se manifiesta el gozo, la benignidad, la paciencia, la mansedumbre, etc. Es algo que sale solo de tu interior y tú no lo puedes frenar y la gente comienza a decir: “¡Qué linda es esta persona! ¡Qué lindo espíritu tiene!” Es que el Espíritu Santo está produciendo sus frutos en ti. Tú, por tu propia cuenta jamás vas a producir eso. Una mujer me dijo que tenía cáncer en sus entrañas y yo le pedí a Dios que secara ese tumor y la sanara; si la mujer es sana, ¿crees que podría decir que fui yo quien la sanó? ¡No! ¡Yo no puedo hacer nada! ¡Las obras de Dios son extraordinarias y poderosas! Gálatas 5:24 dice así: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Una persona espiritual puede declarar como el apóstol Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi” (Gálatas 2:20). Estoy crucificado juntamente con Cristo; he crucificado mi carne junto con mis pasiones y deseos, ya no actúo conforme a mis deseos sino a los deseos del Espíritu Santo. Para que el Espíritu Santo tenga libertad y haga su obra yo tengo que estar muerto. No sirvo más para tomar mis iniciativas porque ahora estoy a disposición del Espíritu Santo y es Él quien toma las iniciativas en mí. ¡Ya no vivo yo! Ya no vivo en la carne, ahora vivo en el Espíritu; estoy muerto para el mundo y para el pecado, estoy muerto para mis deseos, pero estoy vivo para Dios.

EL EJEMPLO DE BERACA

El Señor me mostró un paralelo; digamos que hay un paralelo de cosecha natural y de cosecha espiritual. Hace diecinueve años que hemos adquirido el predio de Beraca; diecinueve años cortando pasto, regando plantas y plantando árboles. Diecinueve años arreglando desperfectos y haciendo el mantenimiento del predio, e invirtiendo en construcciones. Cuando comenzamos a trabajar en el lugar, era un páramo seco, no había agua ni luz; lo que cubría el predio eran unas chircas bien altas. Nos habían prestado una chirquera para eliminar esas malezas que tenían troncos durísimos y la hicimos bolsa pero ahí estábamos con el corazón puesto en transformar ese terreno lleno de malezas en un jardín. En mi empeño de quitar todas las chircas y cardos, todos los años me envenenaba porque nacían cada vez más cardos y nadie los plantaba, nacían solos. Yo arremetía contra esos cardos y hacía de cuenta que eran demonios del infierno; éstos son fruto de la maldición del pecado, entonces yo aceleraba y pasaba sobre ellos. Y cada vez que caían los cardos yo pensaba que caían los demonios. Podía estar horas arriba del tractor, muchas veces se me hacía la noche y seguía arrancando cardos, me llamaban para comer pero yo no quería porque me empecinaba en arrancar toda esa maleza. Las personas que pisan Beraca hoy, dicen: “¡Qué paz hay en este lugar!” Pero han sido diecinueve años de sembrar.

Toda tu vida es una siembra. Puedes estar produciendo abrojos, espinas y cardos o puedes estar produciendo flores y perfume del Señor. Porque tu vida produce sí o sí, conforme a lo que siembras. Si tu hogar o tu trabajo nunca van para adelante, si siempre estás endeudado, si luchas con enfermedades todo el tiempo, estás sembrando mal. Y una siembra mala es el resultado de hacia dónde está inclinado mi corazón; si mi corazón está inclinado hacia Dios, Él se agradará de mí y pondrá en mi corazón semilla buena para hacer cosas buenas.

Yo noté un paralelo entre trabajar en el mantenimiento de Monte Beraca durante diecinueve años y trabajar allí con los niños. En ambos casos yo veo una bendición hermosa de parte de Dios. Y lo remato con el versículo 7 del capítulo 6 de Gálatas que dice así: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. ¡Cómo me duelen esas personas que se han ido enojados de la iglesia y han vuelto con alguna enfermedad venérea! Cuando la carne actúa, ésta se enoja hasta con Dios. ¿Te has enojado con Dios alguna vez? Yo me he enojado con el Señor, le recriminé qué estaba haciendo conmigo, por qué no me explicaba bien, yo sólo quería saber por qué. Le decía: “Explícame por qué y yo me quedo tranquilo”. Y Dios no decía nada…

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. Cuando tú haces las obras de Dios pueden surgir un montón de envidiosos, gente que te odia y se burla de ti; pero tú tienes que tener certeza de lo que haces. Si amas a Dios y sabes que lo que estás haciendo es lo que el Señor quiere no dejes de sembrar. ¡No dejes de hacer lo que Dios quiere! A ti te parece que estás sembrando el bien pero estás cosechando el mal y no es así. Habrás dicho alguna vez: “¡De qué me ha servido ser bueno!” Y otros van más allá: “¡Le tendría que haber roto la cabeza!” ¡Se arrepienten de hacer el bien! Dios nunca se arrepintió de hacerte bien. La carne se arrepiente de hacer el bien mas el espíritu sabe que va a cosechar y no dejará de obrar bien, porque a su tiempo segaremos si no desmayamos.

Han sucedido cosas lindas en el último campamento de niños. Mucha gente se alejó de nosotros por causa de un programa de televisión que nos injurió. Muchos se han indignado contra nosotros por causa de esos periodistas y nos culpaba de hacer negocio con la gente, de esclavizarla y otras tantas cosas. Pero Dios por otro lado tocó personas que se indignaron con lo que nos estaban haciendo. Estuve en un casamiento y el anfitrión me presentaba a sus invitados, algunas personas me daban la mano y decían: “Ah…” Parece que estoy cosechando mal. ¡Parece! Una persona que estaba tan indignada con el conductor de ese programa decidió donar mil dólares para el campamento de niños. Ese hombre es el papá de Cavani, jugador de la selección uruguaya de fútbol. Puede ser que algunos te quieren hacer creer que no vale la pena la obra que estás haciendo pero Dios se va a encargar de hacerte cosechar aún en contra de los que quieren que tengas una mala cosecha. No significa que si le has hecho bien a alguien esa persona te hará bien a ti; tal vez esa persona es carnal, desagradecida, es resentida y amargada y no te paga bien por bien sino mal por bien. Pero tú no trabajas para esa persona; tú trabajas para Dios y el Señor te pagará. Yo no dependo del beneplácito de la gente sino que dependo del beneplácito de Dios. Quiero conformar al Señor, quiero amarlo y hacer lo que le agrada porque Dios hará que yo coseche conforme a lo que he sembrado. Por eso no me importa si la gente es agradecida o no porque Dios es agradecido; no me preocupa si me paga o no, Dios me paga bien. ¡Yo trabajo para Dios!

CONCLUSIÓN

¿Te has dado cuenta tal vez que tu fruto no es del Espíritu? ¿Brota de ti la paz, el gozo, la paciencia, la benignidad, templanza, mansedumbre y fe? Entonces eres una persona espiritual. ¿O surge de ti el escepticismo, el negativismo, la envidia, la borrachera, las orgías o pecados ocultos? Eso es fruto de la carne. El fruto que sale de ti tiene dos orígenes en dos especies muy distintas; una es la especie carne y la otra es la especie espíritu. No hay evolución. La carne no evoluciona hasta ser espíritu; la carne debe morir. La Biblia dice que el alma que pecare morirá, dejará de funcionar, será crucificada y quedará sujeta al designio de Dios; y el alma que no quede sujeta al designio de Dios, definitivamente será muerta. Dios quiere sacar buen fruto de ti.

Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). No es lo que tú haces o produces sino cuán aferrado estás a Jesús. Dios hará que tú produzcas mucho fruto pero tienes que reconocer que no estás produciendo su fruto sino impaciencia, afán, ansiedad enfermedad, resistes a las personas, no las puedes amar; te cuesta estar gozoso y tener esperanza, te resulta fácil enojarte y amar lo que no te conviene. ¡Arrepiéntete y pídele al Señor que te transforme! Decide hoy morir a la carne. No es que el cristiano se sube a la cruz y se clava, y cuando alguien le dice unas cuantas cosas, se baja de la cruz y reacciona. La cruz es lo que hizo Cristo por nosotros. Pablo declaró: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Dice la Biblia que cuando Cristo murió en la cruz del calvario nos llevó a nosotros los que íbamos a nacer dos mil años después, nos puso juntamente con Él. Jesús murió por nosotros, por lo tanto nosotros morimos allí mismo. Si no se ha hecho realidad ese hecho en tu vida es porque no lo has creído, porque cuando crees se hace evidente.

Dile a Jesús: “Señor, quiero verme juntamente contigo. Creo que cuando fuiste a morir en la cruz, me llevaste a mí. Me veo muerto juntamente contigo en la cruz del calvario. He muerto Señor, y ya no vivo para mí, ya no vivo para la carne. Quiero que tú produzcas este milagro que sólo se produce por la fe. Tengo fe que no solamente estoy crucificado y muerto contigo sino que también estoy resucitado juntamente contigo. Creo que el poder del Cristo resucitado está en mí. El Espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos está en mí y me ha levantado de la muerte para que viva, ya no para mí sino para ti, Jesús. Hazme libre de mí mismo, Señor. ¡Perdóname y límpiame! Hoy declaro que estoy muerto al mundo pero vivo para Dios. Hazme producir por tu Espíritu Santo lo que tú quieres que produzca Señor, en el nombre de Jesús, amén”.

                 Livio
Capellán Cristiano Evangélico

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Ahora me levantaré!!!



En esta semana, me desperté una madrugada, a eso de las tres y no podía conciliar el sueño, entonces me pregunté: “¿Por qué me despierto si no tengo ninguna preocupación? Normalmente me acuesto en paz, no tengo preocupaciones porque estoy feliz con Dios y con lo que Él quiera hacer”. Comienzo a darme vueltas en la cama hasta que recuerdo que estoy ayunando y que si me he despertado no es por casualidad, entonces le hago ver al diablo que voy a aprovechar que no tengo sueño para orar y leer la Biblia. Abro la palabra de Dios y comienzo a leer el Salmo 12 y cuando llego al versículo 5 me llama la atención ese pasaje que dice así: “Por la opresión de los pobres, por el gemido de los menesterosos, ahora me levantaré, dice Jehová; Pondré en salvo al que por ello suspira”. En esa madrugada se encendió ese pasaje bíblico en mi corazón y me alegré, porque entendí lo que leí.

He estado orando cada día desde que comenzamos el ayuno de veintiún días, para que el Señor alumbre mi entendimiento y enderece mi camino delante de Él. Y sucede que cuando tú te acercas a Dios, es como cuando te acercas a alguna persona que comienzas a conocer más íntimamente, de modo que al acercarte a Dios te sensibilizas y lo conoces íntimamente, y el Señor te hace ver y entender algo que no tenías en cuenta. Yo me acerco a mi esposa; ella me mira, yo la miro y entonces me dice: “No me digas nada. Yo sé lo que te pasa; tenes hambre”. Eso sucede cuando dos personas se acercan mucho íntimamente, por eso les decimos a los jóvenes de la iglesia que no se acerquen tanto ya que comienza a producirse cierta química, pero hay química de Dios y hay química del diablo. Mas si tú te acercas a Dios, se produce intimidad con Él.

DIOS SE LEVANTA, TÚ TE LEVANTAS

Cuando me detengo en el pasaje del Salmo 12 versículo 5, noto que Dios pone su atención en los pobres. Los pobres no me llamaban la atención pero ahora que estoy cerca de Dios me doy cuenta que la opresión de los pobres le llama mucho la atención al Señor. No lo verás a Dios enganchado con la novela de la tarde, en algún recital o entretenido con alguna otra cosa, pero la opresión de los pobres, el Señor sí la ve. El ayuno y la oración hacen que yo me acerque a Dios y entienda qué es lo que le interesa a Él. Y no sólo me doy cuenta que tiene un gran interés por la opresión de los pobres sino que a mí también me empieza a interesar su situación. Un verdadero creyente comienza a sentir lo que Dios siente y es influenciado por la unción, por la presencia y el sentir del corazón de Dios; por lo tanto si a Dios le llama la atención la opresión de los pobres, al creyente también.

“Por la opresión de los pobres, por el gemido de los menesterosos” y aquí llego a la parte clave que saltó ante mis ojos: “…ahora me levantaré, dice Jehová”. A las tres de la mañana el Señor me dice: “¡Ahora me levanto!” Este ahora fue escrito unos dos mil ochocientos años atrás, pero cuando este ahora que fue escrito hace miles de años atrás se enciende y se transforma en palabra Rhema, ese ahora del pasado es un ahora en este tiempo presente. Yo entendí que a partir de ese día a las tres de la madrugada había un ahora nuevo. ¡Ahora comienza algo nuevo en Misión Vida para las Naciones, ahora comienza algo nuevo en los hogares Beraca, en las células familiares y ahora comienza algo nuevo en tu vida!

Ayer me interesaba la opresión de los pobres y el gemido de los menesterosos, pero era algo de rutina, mas ahora, si a Dios le interesa el gemido de los menesterosos, a mí también. “Ahora me levantaré, dice Jehová” y si el Señor dice que ahora se levantará, nosotros también nos levantamos. Porque cuando tú te acercas a Dios comienzas a tener química con Él y si al Señor le llama la atención algo que lo hace levantar, tú también te levantas y te interesas por eso que a Él le interesa. Sucede que cuando estás en un concierto, escuchas lo bien que están tocando, entonces al finalizar te levantas, aplaudes y ovacionas porque se produce un feeling entre tú y lo que estás escuchando, o entre tú y el cantante o músico. Ahora, a Dios lo hace levantar la opresión de los pobres y el gemido de los menesterosos y los cristianos dicen como el Señor: “¡Ahora yo me levantaré!”

Dios ha visto tu opresión, y ha visto, porque le llama la atención, cuánto tiempo hace que estás así. Según el diccionario, oprimir es producir agobio o desasosiego grande, también significa, someter a vejámenes, humillación o tiranía a una persona, a un pueblo o nación. Por otro lado leí que la opresión es la actuación de fuerzas que van hacia adentro, lo que produce agobio en las personas. Es como que hay fuerzas que quieren dejarte encerrado en cierto tipo de pensamientos y sentimientos. Tú comienzas a sentir que no tienes espacio, por ejemplo te vienen pensamientos como: “Siempre vas a ser el mismo”, “siempre vas a ser la misma”, “eres el mismo fracasado de siempre”. A tal punto te lo crees que no quieres intentar algo nuevo y vives oprimido porque las circunstancias, la vida y los demonios mentirosos te han convencido de que no vas a lograrlo, que has golpeado muchas puertas y ninguna se ha abierto; estás convencido que nadie te va a amar, que nunca nadie se va a querer casar contigo y otros muchos pensamientos negativos que vienen a tu mente.

Vuelvo a repetir un ejemplo que he mencionado en otros mensajes, pero vale la pena plantearlo; un hombre me dijo una vez: “Mi abuelo fue pobre, mi padre también lo fue y yo soy pobre a mucha honra”. ¡Este hombre está en una cárcel! ¿Has visto gente orgullosa de ser pobre? Ni siquiera hacen algo para salir de la pobreza; esas personas están oprimidas. Lo mismo sucede cuando el diablo te empuja a hacer algo que no debes hacer, o sea, a cometer pecado, y una vez que te envuelve en pecado, te ata, te pones raro, te cambia el temperamento y te haces esclavo del pecado. Jesús dijo que el que hace pecado es esclavo del pecado. Tú dijiste que no lo ibas a hacer más pero al poco tiempo lo vuelves a hacer. Te mete en una cárcel que no te deja salir. Mas Dios te dice: “Yo ahora me levanto para librarte”.

Sé que hay personas que están cansadas de la opresión que tienen, quieren salir de donde están pero no pueden y se preguntan por qué Dios no hace algo, y el Señor te dice: “¡Ahora me levantaré!” Dios me dio esta palabra para que yo la comparta contigo; el Señor hoy rompe ataduras dentro tuyo y te libera. Cuando se rompe la opresión, la persona entra a la libertad y tiene más claridad para pensar y para decidir. Ya no piensas que vas a fracasar sino que dices: “Voy a salir adelante, nada me va a detener, estoy confiando en Dios”. ¡Nos presentamos delante de un Dios Todopoderoso y soberano! ¿Quién lo puede detener? Y si Dios está conmigo, ¿quién contra mí? ¡Nadie podrá hacerme retroceder si Dios está conmigo!

Por otro lado vemos que en el diccionario, la palabra gemir significa, emitir sonido que expresan dolor. Sé que hay muchas personas que durante el día andan arregladitas tratando de sonreír pero cuando llega la noche lloran sobre la almohada. Una amiga que quedó viuda, nos confesó que mientras está con nosotros ella trata de estar bien pero cuando está sola en su casa, llora por los rincones.  Y a Dios le llama la atención, el gemido de los quebrantados. “¡Oh Dios! ¿Por qué esta enfermedad?” ¡Oh Dios! ¿Por qué tengo que estar viviendo esto?” Y el Señor nos dice: “Yo presto atención a la opresión de los pobres y al gemido de los menesterosos”. ¡Dios conoce tu dolor! La palabra menesteroso según el diccionario, significa: “falto, necesitado, que carece de una cosa o de muchas cosas”. Cuando tú no tienes esperanza eres menesteroso; cuando no tienes fe eres menesteroso, te falta lo más importante. La fe te conecta con el poder del Omnipotente; la fe te conecta con los almacenes de Dios, para que sean derramadas desde el cielo las bendiciones que están acumuladas allí para ti.

Esta segunda semana de ayuno de veintiún días que hemos comenzado la dedicaremos a orar por el país, por el gobierno y por los legisladores. Con perdón de lo que voy a decir, los legisladores se dedican a promulgar pavadas. Muchos de ellos no saben ni lo que han votado. Yo sé que la verdad disgusta mucho y la gente se enoja conmigo por esto pero yo debo abrir mi boca y confesar la verdad. Hay personas que viven años bajo opresión y quiero que esas personas escuchen hoy, palabra de Dios. Sabe hoy que Dios se ha levantado para liberarte y ponerte a salvo. Otra versión de la Biblia dice así: “Ahora me levantaré, dice Jehová, pondré en seguridad a los que son escarnecidos”. El diablo escarnece a la gente, le quita la carne a pedazos.

DIOS HARÁ COSAS NUEVAS

Cuando Dios me dio está palabra supe enseguida que Él iba a hacer algo nuevo. Al poco tiempo me llamó uno de los pastores de nuestra iglesia en San Juan y me contó que en la ciudad de Maldonado había una madre desesperada que ya no sabía qué hacer con su hija. La hija tiene cuarenta y tres años y tiene una nena de trece años que vive con la abuela. La mamá de la nena se mete en los asentamientos para buscar droga y allí vive cosas horrendas. La han internado varias veces. A esa mujer la conocí cuando tenía dieciocho años de edad y le prediqué el evangelio pero ella no lo quiso recibir. Es hermana de un amigo del pastor Andrés que está a cargo de la iglesia en San Juan. El pastor Andrés perdió a su papá cuando era un niño y se encariñó con la familia de la mujer que viene al caso, por lo que él los aprecia mucho. La hermana de la mujer llama al pastor Andrés desde Estados Unidos, preguntándole si podríamos hacer algo por su hermana ya que la madre se encontraba desesperada, entonces el pastor Andrés habló conmigo. Finalmente nos comunicamos con la madre de la mujer y nos dice: “¡Gracias por llamar! ¡Ustedes son tan buenos! ¡Dios los bendiga!” Ella me contó que ha internado a su hija en cuánto lugar se podía, pero nada ha sido suficiente porque a los tres días volvía a drogarse nuevamente pagando cualquier precio por un poco de droga. El padre de la mujer falleció cuando ella tenía veintiún años de edad y entró en un caos. Sentada en el sofá de su casa lloraba y se lamentaba: “¿Papá, por qué me dejaste? ¿Qué voy a hacer yo ahora? ¡Te necesito papá!” Entró en una confusión existencial, que la sumergió en la droga. Su familia tiene bienes pero ella vive en un asentamiento. En ese mismo lugar una mujer se enojó con ella y la golpeó hasta que le quebró el brazo. La llevaron al hospital y la madre creía que con el brazo quebrado iba a estar más tranquila y podría cambiar pero a los dos días de haber estado en la casa de la madre tratando de recuperarse, decidió irse al mismo lugar y allí la misma mujer le vuelve a pegar y le quiebra el brazo nuevamente con yeso y todo. Así que la tienen que intervenir y colocarle un tornillo de metal, entonces se la lleva la madre a su casa pero a los dos días la mujer decide irse de nuevo con el brazo operado y enyesada. ¡Así la encontramos a la mujer!

Entonces, al leer este versículo, “…ahora me levantaré” es como que escucho la voz de Dios y comienza a moverse algo dentro de mí, entonces me pongo a pensar qué hacer para ayudar a la mujer. Llamo al pastor encargado de la iglesia de Maldonado donde vive la mujer y le pido que vaya al asentamiento a buscarla junto con su madre. El pastor me dijo que conocían a la mujer, que le habían predicado el evangelio pero que ella no quería nada con Dios. La han tenido viviendo en un hogar, pero se fue a los tres días. En ese asentamiento hay una célula familiar y también el líder afirmó que la mujer era muy complicada. Yo escucho esas afirmaciones y me enojo porque cuando nos convencemos que no vale la pena es cuando retrocedemos. Entonces, enfáticamente le dije al pastor que fuera él personalmente a buscar a la mujer. Últimamente los pastores tenemos personas de confianza que mandamos a hacer determinadas tareas; yo le dije que fuera él con una chica que tuviera un testimonio fuerte así le contaba a esa mujer cómo Dios la ayudó a salir, pero mandaba al líder con la chica del testimonio. Entonces le dije a ese pastor que escuchara bien lo que yo le estaba pidiendo y obedeciera porque la bendición está en atender, entender la orden y cumplirla meticulosamente. El asunto es que fueron al lugar y me mandan una foto mostrándome a la mujer sentada en un catre y yo se la reenvío al pastor Andrés a lo que él me contesta: “Está hecha bolsa…” Cuando yo la conocí era una adolescente linda, una princesa, hoy tiene cuarenta y tres años y es un estropajo. Yo le mando un mensaje de whatsapp diciéndole: “Hija quiero verte y hablar contigo. ¿No te acordás de mí? Tienes que cambiar por amor a tu hija ya que ella necesita de ti y no cuenta con una madre. Por favor vení a verme”. Ella me respondió, me saludó muy contenta aunque se rehusaba a venir pero Dios dijo en su palabra: “Ahora me levantaré”. Pasadas unas horas, me llaman avisándome que traían a la mujer de Maldonado a Montevideo. Llegaron la madre, la hija y el pastor y nos juntamos en mi casa; ahí comencé a hablarle de la necesidad que ella tiene de dejar de hacer de acuerdo a lo que siente o le parece. La filosofía de hoy es que hay que dejar a la gente que haga lo que le venga en gana porque tiene todo el derecho y nadie se puede meter. O sea que los dejemos a la deriva. Yo le dije: “Hija, yo no puedo tomar una decisión por ti pero tienes que entender que no puedes darle a tu hija esta clase de madre que eres. ¡Tu hija necesita una madre!” Ella me responde: “Y la voy a ver todas las semanas y la peino. Yo quiero mucho a mi hija…” Pero le hago ver que eso no es suficiente ya que eso no la hace una verdadera madre…

Nuestra intención es que ella quedara internada en uno de nuestros hogares pero que por lo menos por dos meses no viera a su hija y se negó rotundamente. Oramos por ella, le pedimos que hiciera una oración de entrega y ella se entregó a Cristo. Al final, después de luchar un rato decidió internarse en un hogar. Enseguida llamo al pastor encargado del hogar a donde queríamos mandar a la mujer y le dije: “Pastor Martín tengo una mujer aquí que quiero que vengas a buscar y la lleves al hogar”. Él me responde que no podía porque no tenía auto. Yo le insistí que debía venir a buscarla y él me responde: “Sí, pero no tengo auto. Le mando a una de las chicas que está vendiendo en la calle para que la busque”. En días previos yo les dije a todos los pastores que algo nuevo tenía que suceder en la vida de cada uno de nosotros, que teníamos  que volver a ser conquistadores e íbamos a ir a los asentamientos a rescatar a las personas. ¡Cada vez hay más drogadictos quebrantados, humillados y oprimidos que gimen por una salida! A todo esto recibí un mensaje de un grupo de jóvenes que leyeron de esto que yo estoy mencionando y se fueron a las doce de la noche en busca de chicos y chicas drogadictos para predicarles el evangelio. ¡Algo nuevo está ocurriendo! ¡Algo nuevo ocurrirá en tu vida y en tu corazón! ¡Dios va a poner en ti un nuevo sentir! ¡El Señor te dará un nuevo corazón! Si a Dios le interesa la opresión de los pobre a ti también te va a interesar; si le interesa el gemido de los menesterosos, a ti también, y si Dios se levanta, tú te levantas. Cuando comenzamos los hogares Beraca no teníamos vehículos y ahora que tenemos, nos acomodamos, pero vamos a ver la gloria de Dios en la iglesia Misión Vida para las Naciones. ¡No será en vano este ayuno! ¡No serán en vano las oraciones! Se va a levantar el infierno pero nosotros vamos a hacer la voluntad de Dios y vamos a conquistar aquello que el Señor quiere que conquistemos.

Me comentaron acerca de un predicador que se enredó con una joven por lo que abandonó a su esposa y a sus hijos y se casó con la joven, dejando el pastorado. La esposa me dijo: “Muchos dicen que él ya fracasó, que ya negó a Dios y no hay retorno, que él no va a volver a ser pastor”. Yo le aseguré que los llamados de Dios no lo son por algún tiempo. El llamado de Dios y sus dones son para que te acompañen siempre. Estarás en el pozo más profundo, pero si Dios te ha llamado a ser pastor, tu bendición seguirá siendo el pastorado. Aunque hayas abandonado al Señor, Él te seguirá llamando; tú serás alguien que vuelve a la casa del Padre como el hijo pródigo y tu Padre te va a recibir con los brazos abiertos, te pondrá un anillo y hará fiesta. Si Dios te ha llamado un día, tu Padre te está esperando; Él está observando tu dolor, tu soledad y tu fracaso. Dios quiere tener un encuentro contigo. Quiere abrazarte y llevarte al futuro eterno, y te va a dar oportunidad mientras tengas aliento de vida. No digas que porque le fallaste a Dios ya no tienes ninguna chance con Él, porque no lo dirás con sabiduría.

Hubo un hombre al lado de Jesús en la cruz que hizo todo mal y ya no tenía tiempo para revertir la situación ni hacer algo bueno, ya no había tiempo para realizar algo que lo reivindicara delante de Dios y lo único que pudo decirle a Jesús allí crucificado a su lado, fue: “Acuérdate de mí cuando estés en tu gloria”. Y el Señor le responde: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. ¡Ahora me levanto! ¡Hoy! Ahora Dios quiere hacer una obra extraordinaria contigo. Ahora quiere que entres en este tiempo de ayuno y oración, en este tiempo de búsqueda de Dios así poder compenetrarte con el Señor y a medida que te acerques a Él, su presencia y su sentir comenzarán a fluir en ti. Cuando leas su palabra se encenderán los versículos delante de ti. Serás sensible a la palabra de Dios y te alegrarás como me he alegrado yo cuando leí el Salmo 12: 5 y ésta es la palabra que entendí que Dios me dio para compartir contigo.

CONCLUSIÓN

¿Eres de los que en la oscuridad de la noche lloras y gimes? Dios te dice que ha visto tus lágrimas, que ve cuando pones tu cabeza debajo de la almohada para que tus hijos no te escuchen. El Señor te dice que ve el esfuerzo que haces por sonreír y mostrar que todo está bien, pero sabe que sufres. “Yo soy el Dios que se compadece de la opresión del pobre”, te dice el Señor. ¿Te has quedado sin esperanza? ¡Estás pobre! ¿Te has quedado sin confianza? ¡Estás pobre! ¿Te has quedado sin fe? ¡Estás perdido! Mas Dios te dice: “Acércate a mí porque de mí recibirás las fuerzas que necesitas, recibirás fe y esperanza”. Se verá la gloria de Dios en tu vida porque cuando tú te acercas al rostro de Dios, tu rostro resplandece. En el salmo 31:6 dice así el salmista: “Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia”. Muchos admiran la belleza de la luna pero en realidad es desierta y oscura, mas la luz del sol hace que la luna se vea bella, ya que resplandece con la luz del sol. Así se verá tu rostro cuando te acerques más y más a Dios; tú resplandecerás con su luz. Moisés subió al Monte Sinaí y estuvo cuarenta días con Dios, y la Biblia señala que cuando bajó al campamento, su rostro resplandecía por la gloria de Dios de tal manera que tenía que cubrirlo para que la gente no lo adorara.

Si estás oprimido u oprimida, lleno de temores, angustias e impotencia, si eres acorralado por circunstancias adversas, que tu cónyuge te abandonó, que la enfermedad empeora o cualquier otra situación te aflige, Dios hoy te dice: “Yo he visto tu sufrimiento y he visto tu opresión. No es ajena para mí la circunstancia que estás viviendo. Todo eso que te falta, que te hace menesteroso, yo te lo quiero dar. Ven a mí, acércate a mi presencia. Lo que te está faltando es más de mí. Te está faltando que yo te limpie los ojos para que puedas ver en mi palabra mi grandeza, mi gloria y mi corazón”. ¿Puedes sentir que el Señor te está llamando? ¡Esta palabra es para ti! ¿Tienes conciencia de ello?

Oro por ti: “Padre, extiende tu mano. Sopla tu Espíritu Santo sobre cada vida, dale aliento al cansado, Dios. Quita la tristeza y la opresión, Padre mío; quita el agobio y el dolor de las vidas. Tú, que has visto el pesar de quienes están recibiendo este mensaje; tú que has visto la falta de fe y esperanza, te pido que te glorifiques en cada vida, Señor”.

Dios está arrancando la amargura de tu alma, Él está arrancando toda impotencia y tristeza de tu vida. ¡Hoy es un nuevo día! Este es el día en que Dios ha venido a rescatarte. Glorifica tu nombre, Dios. Este es el día en que tu debilidad se transforma en fuerzas. Hoy es tiempo de dejar el “no puedo” y declarar “Ahora puedo en el nombre de Jesús. Soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó”. ¡Amén!

                   Livio
Capellán Cristiano Evangélico

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